El área natural protegida está en riesgo debido a que la Semarnat no evalúa los impactos de al menos 17 desarrollos hoteleros y residenciales que se prevén en la zona donde todos los días hay maquinaria trabajando El Parque Nacional Cabo Pulmo es un tesoro natural asediado en el acuario del mundo, como el célebre …
Cabo Pulmo bajo asedio; tras 10 años de lucha

El área natural protegida está en riesgo debido a que la Semarnat no evalúa los impactos de al menos 17 desarrollos hoteleros y residenciales que se prevén en la zona donde todos los días hay maquinaria trabajando
El Parque Nacional Cabo Pulmo es un tesoro natural asediado en el acuario del mundo, como el célebre oceanógrafo Jacques Cousteau llamó al Mar de Cortés o Golfo de California, en el noroeste de la República Mexicana.
Esta área natural protegida tiene 27 años de creación, luego de que la comunidad fundada hace más de un siglo por la familia Castro, decidió sacar sus redes del mar.
“Se tomó la decisión de dejar la pesca y proteger el arrecife, poco a poco nos fuimos dedicando al ecoturismo y esto se convirtió en un gran éxito de conservación”, relató Judith Castro, vocera de la comunidad situada en Cabo del Este, municipio de Los Cabos, Baja California Sur.
De esta forma, el pequeño pueblo de alrededor de 100 habitantes se volvió un ejemplo a nivel mundial de turismo sustentable, y su costa un refugio para cientos de especies marinas, en el único arrecife coralino de la región, que también despierta la codicia de grandes desarrolladores e inversionistas, denunció Mario Castro, integrante de la coalición Amigos de Cabo Pulmo.
“El gobierno lo ofrece al mejor postor, quién da más, es la joyita, ahora sí que, quién la quiere comprar, o le vende acciones, por así decirlo”, manifestó.
En 2012 se dio el primer intento por conquistar el paraíso con el megaproyecto de Cabo Cortés en un terreno de más de tres mil hectáreas, que contemplaba 30 mil cuartos de hotel, campo de golf, marina, aeródromo, planta desaladora y planta de tratamiento de aguas residuales.
Pero tras una férrea defensa de las personas originarias de Cabo Pulmo, organizaciones de la sociedad civil y comunidad artística, se logró detener la obra, a pesar de que ya contaba con una autorización condicionada de Manifestación de Impacto Ambiental.
La lucha por defender sus recursos naturales cumplió 10 años, en una tarea de todos los días, sin descanso, ya que después de Cabo Cortés, vino el intento de construir Los Pericúes, Cabo Dorado, y recientemente, GRE El Rincón, en los mismos terrenos de la discordia, ubicados en los linderos del parque nacional.
“Se trata de un proyecto de más de 67 hectáreas, que consiste en dos hoteles de lujo, 50 unidades residenciales y villas, una desaladora, plantas de tratamiento de aguas residuales, comercios, club de playa y vialidades”, reveló Sarahí Gómez, coordinadora de Investigación de la oficina Noroeste del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA).
De poquito en poquito
Judith Castro explicó que después de los proyectos fallidos, la estrategia de los desarrolladores cambió y ahora someten a evaluación pequeños o medianos proyectos para lograr su aprobación.
“El gobierno sigue autorizando, a lo mejor ahorita no proyectos de gran tamaño, pero sí proyectos, que al final, ya todos juntos, son más grandes inclusive que Cabo Cortés”, alertó.
Al respecto, Alejandro Olivera, representante en México del Centro para la Diversidad Biológica, advirtió que la autoridad, en este caso, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), no hace una evaluación integral de los impactos acumulativos de los proyectos, que aparentemente son de menor escala.
Indicó que tampoco realiza una valoración de la suma de las obras fragmentadas que se van presentando de poquito en poquito y que igualmente terminan afectando al arrecife y la capacidad de carga de ecosistemas como humedales, esteros y dunas costeras.
Alejandro Olivera, quien participó como activista desde la primera campaña de defensa de Cabo Pulmo, hace una década, dio a conocer que al menos 17 desarrollos tocan en estos momentos a la puerta del área natural protegida, ya sea en etapa de evaluación, construcción u operación.
“Cualquier actividad en la zona de influencia de Cabo Pulmo puede impactar dentro del parque nacional, ya sea por las corrientes, el viento o la propia cercanía”, comentó.
Invasión hormiga
Reina Macklis, asesora de la Coalición Cabo Pulmo Vivo, subrayó que la conquista hormiga del paraíso se realiza a través de otras comunidades al norte y sur de Cabo del Este.
“Todos los días nos encontramos con nuevos predios que están desmontados, con más compañías constructoras que se asientan en la comunidad; están realizando una nueva obra”, lamentó.
El proyecto más representativo de lo que ocurre en la zona de influencia de Cabo Pulmo está en la comunidad de La Ribera.
“Costa Palmas, incluso es un proyecto autorizado contraviniendo criterios que ya estaban establecidos en el Programa de Ordenamiento Ecológico Local (POEL). Fue construido en la desembocadura de uno de los principales arroyos de la región, con sus implicaciones particulares”, resaltó la coordinadora de Investigación de CEMDA Noroeste.
Hasta el momento, Costa Palmas lleva ingresadas para evaluación ocho manifestaciones de impacto ambiental, es decir, ocho pedacitos presentados del proyecto, parte por parte.
En los agregados se incluye el encauzamiento del Arroyo Santiago y Los Pocitos, que inundan el complejo turístico cada vez que llueve, y la rehabilitación de la playa que perdieron por los espigones que construyeron para hacer la marina, lo que cambió el flujo de las corrientes.
En un recorrido realizado por Excélsior, se constató que las obras no cesan, todo el día es un constante ir y venir de maquinaria pesada, y en la parte de la marina se realizan labores de dragado con una pluma de sedimentos que irremediablemente impactan a la vida marina. En la comunidad de La Ribera, la población sigue creciendo exponencialmente y requiere más viviendas, agua potable — tan escasa en la zona semidesértica—, y en general servicios básicos.
“En los últimos cinco años, pasamos de 2 mil habitantes a 4 mil o 4 mil 500, más o menos. La Ribera puede llegar a ser una población, de unas 40 mil a 45 mil personas”, pronosticó Miguel Mijares, delegado municipal de La Ribera.